Fundamentos
neurocientíficos:
las redes cerebrales implicadas en el
apredizaje y los
principios del DUA
Las últimas investigaciones en el terreno de
la neurociencia han arrojad
o mucha luz acerca de cómo se comporta el cerebro
durante el proceso de aprendizaje. Los avances tecnológicos (PET scan, qEEG,
fMRI) han hecho posible encontrar muchas evidencias que permiten conocer la
estructura del cerebro y comprender su funcionamiento de forma global y
localizada durante el aprendizaje (Rose y Meyer, 2000). Así, se ha concluido
que existe una diversidad cerebral y una diversidad en el
aprendizaje.
· ¿Cómo es y cómo funciona el cerebro humano?
Los estudios evidencian que el
cerebro posee una estructura modular, esto es, se compone de diversas
regiones o módulos, cada uno de los cuales está especializado en tratar
distintos aspectos de la realidad. Por ejemplo, el color de un objeto se
procesa en un módulo, mientras que la forma se procesa en otra región
diferente. Del mismo modo, en función de la tarea que se pretenda realizar, se
activarán unos determinados módulos u otros, lo que implica que el aprendizaje
se distribuye en torno a diferentes regiones. Los módulos, además, trabajan en
paralelo, activándose de forma simultánea para tratar todos los elementos de un
mismo estímulo. Las investigaciones no solo explican la forma en la que
funciona el cerebro, sino que también ponen de manifiesto la diversidad
neurológica existente entre las personas. Hay diferencias en la cantidad de
espacio del cerebro que ocupa cada módulo, en función de las personas.
Asimismo, se encuentran divergencias interpersonales en cuanto a los módulos
implicados para la resolución de una misma tarea.
Todas estas diferencias
suponen una evidencia neurocientífica de la diversidad del alumnado en relación
con el aprendizaje. No hay dos cerebros totalmente iguales; por tanto, no hay
dos alumnos que aprendan de la misma manera.
· ¿Cómo se concretan la estructura cerebral y la forma de procesar en las
situaciones de aprendizaje?
Apoyándose en estos estudios, los
investigadores del CAST pudieron establecer que, dentro de la compleja red
formada por una infinidad de conexiones neuronales que comunican las distintas
áreas cerebrales, existen tres tipos de subredes cerebrales que intervienen
de modo preponderante en el proceso de aprendizaje y que están especializadas
en tareas específicas del procesamiento de la información o ejecución (Rose,
2006; Rose y Meyer, 2002).
El funcionamiento de cada una
de estas subredes es distinto en cada persona y en
cada alumno. Así, hay estudiantes que reconocen y procesan mejor la información
por la vía auditiva que por la visual y viceversa. Otros alumnos, por ejemplo,
serán buenos al diseñar estrategias, pero no al ejecutarlas o evaluarlas; habrá
alumnos que aprenderán mejor mediante ensayo-error, practicando, mientras que
otros asimilarán mejor los contenidos de forma vicaria (a través de modelos).
Del mismo modo, no todo el alumnado se motivará de igual forma y presentará
diferencias en el modo de implicarse en su propio aprendizaje.
La identificación de estas tres redes
cerebrales, junto a la evidencia de la variabilidad interpersonal en el
funcionamiento de las mismas, sentó las bases sobre las que se construyó el
marco del DUA. Se definió un principio que había que tener en cuenta para cada
una de las redes al diseñar el currículo (CAST, 2011). Estos principios y sus
pautas se explican con más detalle en el apartado 5 este texto, correspondiente
al marco de aplicación del DUA.
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